EL SAHARA Y LA SONROJANTE ESPANTADA

EL SAHARA Y LA SONROJANTE ESPANTADA
Durante todo este tiempo, lo que fue el Sahara Occidental se ha convertido para nosotros en un olvido creciente sólo mantenido en alto por organizaciones minoritarias de izquierdas y, no tan paradójicamente, por viejos militares con airado recuerdo de la sonrojante espantada. Desde entonces, el Sahara no ha sido más que un problema dormido que en ciertas ocasiones levantaba la cabeza para recordarnos la infamia. De entonces a ahora, treinta años de exilio para las tribus a las que se había jurado no abandonar nunca. La razón de Estado y la necesidad de las “inmejorables” relaciones con Marruecos han conseguido el resto del olvido.
Los gobiernos españoles de la democracia han jugado al gato y al ratón con el Sahara mientras sobrellevan las relaciones con la monarquía feudal de Marruecos. Tal como estaban y están las cosas, “lo más conveniente” para esos mismos gobiernos –y mucho más para el actual- era y es ponerse de perfil en el asunto del Sahara hasta pasar inadvertidos. Como si la cosa no fuera con España, nuestros gobiernos y nosotros, los ciudadanos españoles. Tras treinta años de reivindicación saharaui, la impunidad de Marruecos parece haber impuesto el abuso sobre las tierras del Sahara a través de la represión y la ley del silencio. Pero la lucha sigue, aunque de España nunca más se supo. Para el actual gobierno es un problema heredado: ninguna vela parece irle en el entierro. Cargar con el bochorno moral y político del Sahara es parte, al fín y al cabo, de nuestras infamias históricas. Objetiva y subjetivamente. J.J. Armas Marcelo.
Se conmemoraba, sin pena ni gloria, la vergonzosa estampida del ejército español del Sahara hacía treinta años, con un Franco moribundo y un Príncipe Juan Carlos que hizo lo contrario de lo que dijo, terminando marchándose de allí, ignominiosamente y con el rabo entre las piernas.
conseguir que España pueda cumplir su compromiso, solemnemente asumido ante la comunidad internacional, de conseguir que el pueblo del Sahara Occidental se pronuncie libremente sobre su destino.
el censo no es ningún problema. Da igual que los saharauis reclamaran el censo de « 1975 » (de 1974, en realidad) y da igual que los marroquíes quieran incluir allí « a los actuales habitantes del lugar ». Y da igual por una sencilla razón: porque el censo ya está hecho. Lo ha hecho la MINURSO después de remontar los más inimaginables obstáculos. El censo con el que debe procederse al referéndum no es ni el censo español, ni el censo del Polisario ni el de Marruecos: es el censo de la ONU. Un censo que la ONU concluyó el 30 de diciembre de 1999.
“La MINURSO concluyó el 30 de diciembre de l999, según lo previsto, la identificación de los solicitantes individuales (…) Por consiguiente, el número de solicitantes entrevistados desde que comenzó el proceso de identificación en 1994 asciende a un total de 198.469. (…) el número de solicitantes que tienen derecho a votar asciende a un total de 86.386”.

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